sábado, 24 de mayo de 2008

En el largo plazo, todos calvos


Desde que leí la “Teoría general del empleo, interés y el dinero” quede impresionado por Keynes, “/keins/!!”, me dijo mi profe de historia económica cuando en un alarde pedantil levante la mano y cité al insigne economista en clase: “/Keins/! Que luego salimos por ahí fuera y no nos entienden”. Tuve que esperar unos años a salir de erasmus para darme cuenta de que no le faltaba razón al bueno de Santiago.


Lord John Maynard Keynes, primer barón Keynes de Tilton, es uno de los economistas más famosos de todos los tiempos y su vida y obras no desmerecen a esa fama. Sus avatares personales merecen capítulo a parte, aunque destaco su pertenencia a la asociación secreta the bloomsbury group, formada por los intelectuales y artistas más interesantes de la Inglaterra de principios del siglo XX, su bisexualidad precoz, su participación en los eventos más importantes de su época, sus viajes por todo el mundo, su extraordinaria inteligencia vertida en sus frases para la posteridad…

Sin embargo, hoy le traigo a colación por su faceta académica porque, quieran o no sus fans o detractores, toda la economía actual y sobretodo su práctica política lleva la impronta de este pijo inglés que se definía así mismo como inmoral y elitista.

Keynes era un economista práctico que entre el laissez faire de Smith y las locuras de Marx se instaló en una tercera vía rechazando tanto el conservadurismo irreflexivo como el socialismo radical. Sus ideas podrían interpretarse como antecesoras y decisivas en la tercera vía de Blair y Clinton o el “Nuevo” Centro de Schröder y Aznar, entre muchos otros de distinto color político.

Una de sus ideas más celebradas y más influyentes es la que defendió con el llamado “multiplicador keynesiano”. In short: “Si aumenta la demanda agregada, aumenta la renta total en una proporción mayor”, lo que en roman paladino quiere decir que, con las condiciones adecuadas (aquí está el truco), si los gobiernos se gastan más dinero, se incrementa la demanda de bienes y, si aumenta la demanda, entonces crece la producción y con ella aumentan los ingresos/pastaka (premio!), pero es que además estos aumentan en una proporción mayor al primer gasto del gobierno…magia???.

No, unos fundamentos matemáticos firmes y una base de partida propicia, y ahí está el truco recurrente en todas las teorias económicas junto al indeleble aliño del gran céteris paribus. Malas noticias: Nunca se sabe a ciencia cierta que condiciones son las adecuadas y las variables en la economía, como en la vida, son infinitas.

En fin, lo creáis o no, esta es la justificación económica de los 400 eurillos que vamos a recibir los asalariados españoles a partir del mes de junio (gracias keynes!) y también de cosas tan estupendas como la economía redistributiva de la UE, que los alemanes sigan pagando mas de lo que reciben y la causa que hace que me indigne cuando un President de Córdoba pide que se publiquen las cuentas fiscales y se negocie de acuerdo a ellas la distribución de los fondos públicos de gobierno central de España, pero claro, todo esto lo dejaremos para la próxima edición. Alguien da más?

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